El bueno tiempo la hace transbordar.
Cuando aun el sol no ha salido ella se levanta sin más sueño, los pájaros ya cantan y los ve desde la ventana luego mira el reloj pensando que es pronto para levantarse, igualmente se levanta.
Deja atrás cosmos de creación e imaginación ya que su cama es su templo donde a ella se le ocurren todas esas historias y poemas mal rimados.
Se mira al espejo con los pelos alborotados, ojos achinados y ojeras; deberá de dormir más. Es extraño que no lo haga, adora dormir y sin embargo por las noches el sueño le invade a altas horas de la madrugada, durante el día está insomne luciendo bien.
Resopla sentándose sobre el suelo con las piernas dobladas y una mano en la barbilla, piensa que otro día más afrontando la vida la hace más fuerte pero que si todos los días cantan los pájaros la misma canción y no te cansa por qué lo hace una vida rutinaria.
Al salir del cuarto en disposición de prepararse sigue observando su reflejo evitando su mirada para no ausentarse.
Hay un aire extraño flotando ese día, los coches está quietos y en vez de hacer sol nieva aunque hace calor, pero los pájaros siguen cantando la misma canción. En un árbol ve a uno con la cabeza marrón y las plumas con manchas blancas, la estaba mirando y eso la inquietaba.
Un muchacho pasó corriendo delante suya y un coche pitó en el momento que se cruzó con ella, este se paró y se giró muy lentamente, la cogió de la mano y la llevó a la casa de ella. Todo era raro y nada tenía sentido,las puertas se abrían con solo empujarlas y a ese chico jamás lo había visto y sin embargo lo estaba acompañando.
Entraron a su cuarto donde los copos de nieve caían y caían, el suelo estaba lleno de esas pelusas blancas y frías y su cama de lo azul que era se volvió blanca. Ahora el chico desapareció.
Extendió la mano para que varios copos se posaran pudiendo así comprobar que era nieve, a ella no le importo que el chico no estuviese por lo que estaba realmente preocupada era de cómo iba a sacar todas esa nieve de allí y de cómo como estaba nevando y de cómo ocurría todo eso.
De nuevo el chico apareció, esta vez de la nada como si hubiese estado todo el tiempo detrás de ella.
La miró fijamente como si buscase una respuesta para una pregunta no hecha, ella sabía lo que decirle, que la ayudase a comprender qué ocurría y a sacar esa nieve fría con aire caluroso de su cuarto, que nada de lo que pasaba tenía sentido. El muchacho abrió la boca para hablar y le dijo unas palabras :
Con esa imaginación que tú tienes y esas ganas
de comerte el mundo, es increíble que a veces no lo aprecies.
Los pájaros cantan porque para ellos nunca cantan
la misma canción.
Te preocupas tanto de lo rutinario, de los problemas de la vida
sin dejar que la vida misma los solucione. Si nieva un día en tu cuarto
debes observar lo precioso que está el lugar antes de asustarse.
Lo mismo pasa en la realidad, si algo va mal párate a pensar lo bueno que tiene eso
y si no tiene nada, pasa. Así la rutina no será dura ni aburrida.
Pierdes facultades, y eso no es culpa de la rutina, es culpa de la edad.
De tu edad, de ti que permites que eso te cambie y te vuelva adulta.
Te haces mayor y no siempre vas a estar viajando con la mente,
pero sí cuando lo necesites.
Recuerda: La edad te puede deteriorar en tu aspecto, pero nunca en tu imaginación.
La chica se quitó la mano de la barbilla y miró hacia atrás, su cuarto había vuelto a la normalidad pero ella ya se había preparado.
Se frotó los ojos y volvió a ver su reflejo en el espejo seguía con ojeras y cara hinchada, pero con los ojos bien abiertos. Nada de lo que vio fue real, otra vez había vuelto a trasladarse y esta vez fue tan real que se lo creyó.

Cuando fue a salir se paró justo donde el muchacho se había parado al pitar el coche y pudo ver al mismo pájaro de cabeza marrón y manchas blancas en las plumas, se puso a cantar. La chica siguió su camino con la cabeza alta y comprendiendo aquellas palabras que su mente le había dejado. Nada más llegar al paso de cebra un coche pitó, el semáforo estaba en rojo y los coche pasaban con mucha velocidad. Tuvo suerte porque no llegaron atropellarla, ese no era el momento de ponerse a viajar no lo necesitaba. ahora era cuando tenía que estar centrada en la vida real y rutinaria porque si algo por muy pequeño que sea de lo rutinario cambia, puede provocar grandes desastres o no ...