Siempre voy segura de que tengo algo que contar, pero a la hora de hacerlo me quedo en blanco por unos segundos. Luego llega esa musa que te hace inspira y escribes, hablas o piensas como si se te fueran acabar las palabras. Finalmente te cansas de tu propia voz porque adoras el silencio, pero no quedarte con los pensamientos a solas; sabes que en algún momento dirán algo que no te agrade y odiarás los errores cometidos. Y luego te preguntas por qué, por qué preocuparse por algo que ya pasó, no tiene remedio y todo el mundo lo sabe solo que casi nadie sabe que puede obviar aquellos pensamientos, al menos yo no lo sé, pero no me obsesiono y cuando lo hago solo me apetece dormir, escuchar música y ponerme a dibujar o simplemente trasladarme a otros lugares que no tienen nombre, que deseo no ponerselo para que sea un misterio más y un motivo por el cual pensar en cómo llamarlo y así distanciarme de la realidad y olvidarme de aquello que me preocupaba. Por eso adoro las partes de la vida que te elevan , que no hacen daño y te dicen que tendrás lo que deseas aunque no sea verdad porque veas como lo veas siempre tienes aquello que deseaste, no como lo imaginaste pero de alguna forma u otra siendo a derechas o a izquierdas, torcidas o enderezadas, las tienes . Otra cosa es que no las veas y que no sepas como llevarlas.
domingo, 26 de febrero de 2012
viernes, 24 de febrero de 2012
Desde que era pequeña me gustaba redactar, crear cuentos, imaginarme en un bosque frondoso en el cual yo estaba leyendo y a la vez mirando al cielo deseando poder tocarlo. El inconveniente de eso era que tenía vértigo y la idea de las alturas me atemorizaba, hasta que por destino, si es así como quiero llamar a esa coincidencia, me subí a la torre más alta de aquellas casas del parque. Iba a tocar el cielo con mis manos y cuando lo iba a conseguir, desperté. Desde ese momento supe que ya no tenía miedo a las alturas, que ya no me rilarían las piernas cada vez que iba a tender la ropa, que podía asomarme al balcón sin que sintiera ese cosquilleo asqueroso dentro de la pierna derecha. Y podía seguir mi camino en ese sueño despierto, creando cuentos e imaginándome tocando el cielo , aun así la felicidad no es eterna y el sueño a veces se convierte en pesadilla.
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